Andá a saber por qué, pero últimamente las tengo que forzar a salir, porque como todos sabemos, las palabras no dichas ocupan demasiado lugar y son un peso que cansa, no quiero que se queden conmigo.
Pero no hay caso. Ahora, por ejemplo, las estoy sacando con barreta a fuerza de Tracy Chapman y aire fresco, pero sé que las muy turras no tienen ganas ni siquiera de organizarse para decir algo claro.
Y lo único que se me ocurre es que de tanto que estoy leyendo, pensando y elaborando, no les estoy dando tiempo a acomodarse. Se acumularon y se embotellaron.
(O quizás esto es lo que pasa cuando en realidad las palabras no tienen que salir porque van dirigidas a vos misma. Pero obviamente no voy a admitir eso, porque tendría que darme cuenta de que entonces seguramente se me enredaron entre los signos de admiración y de pregunta.)
3 comentarios:
Un poco de música, un viaje en colectivo o una simple caminata pueden ser "empujadores" de esas palabras. Por lo menos a mi suelen funcionarme.
Saludos!
Cómo me gustan las frases que comienzan con un signo de exclamación y terminan con uno de interrogación... Allí las palabras siguen saliendo a través de la respuesta, la posible respuesta a una duda que en verdad es una grieta.
A mí las palabras me las drena la música.
Saludos desde el sur.
Un embotellamiento de palabras puede ser algo fantástico o algo terrible. ¿No?
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