defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias y las definitivas
defender la alegría como un principio
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
A vos Marito, que me hiciste comprender que es mejor no salvarse,
que en ciertos oasis es desierto es sólo un espejismo,
que a veces la soledad también puede ser una llama,
que repartiste tácticas y estrategias,
que en las pausas recomendabas no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades,
que precisabas tiempo sin tiempo, para chapotear unas horas en la vida y para investigar por qué estabas triste,
que reclamabas que no te ensucien las palabras, que no les quiten su sabor,
que se limpien bien la boca si dicen revolución,
y que siempre nos recordabas defender la alegría, aunque ese día hicieras que me cueste un poco más.
y que siempre nos recordabas defender la alegría, aunque ese día hicieras que me cueste un poco más.
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