Tengo el recuerdo de haber soñado mucho. Muchas cosas.
Tenía que llevarle mi otra guitarra (que no existe, Alanis es la única) a Pau para que pudiese practicar después de las clases que le había dado (que en realidad fue una sola y hace cerca de 4 meses). Pero terminaba sin ir porque era muy tarde y la parada me quedaba muy lejos.
De golpe aparecí en el almacén de los chinos de enfrente porque tenía que comprar unas cervezas, y no me dejaban llevarlas porque no me creían que tengo casi 20 (así se los decía). Y un señor que estaba atrás mío en la cola me decía que lo hacían sólo para molestarme. Pero no había caso, me tenía que volver a casa a buscar el documento (?).
No se cuál fue la transición, pero el próximo lugar donde aparecí fue una pista de patinaje sobre hielo, muy confiada de que no me iba a caer, porque ya lo había hecho antes, pero me costaba un Perú mantenerme firme.
Después de eso el escenario se puso loco loco. En una especie de jardín había una bailarina casi transparente que servía algo que parecía vino en los vasos de la gente que andaba por ahí.
Y no se cómo, llegaba a un puerto en el río lleno de barcos gigantes, y de golpe la marea empezaba a bajar, tanto que el río se secaba y los barcos que en el agua parecían tan amenazantes encallaban en la arena.
Creo que tendría que haber cenado más liviano. Pero soñar así es divertido.
1 comentario:
Que buena ondaa.. a mi me gusta soñar, en realidad mis sueños no se si son tan lindos, siempre son tenebroso, situaciones densas, casi no se distinguen colores, pero que se yo tiene su parte linda también y cada tanto algo copado pasa jaja.
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